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Homenaje a Carlos Montemayor

Un artículo de Oralba Castillo Nájera en La Jornada Morelos

La Cátedra Pluricultural Carlos Montemayor celebra la vida y obra del escritor humanista cuyo legado abarca: poesía, , periodismo, ensayo, cuento, novela, traducciones y discos de música de excelencia, por lo cual recibió numerosas premios y reconocimientos nacionales e internacionales: Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, premio Juan Rulfo, medalla Roque Dalton, premio especial Giuseppe Acerbi, en Italia, premio Xavier Villaurrutia, Alfonso Décimo, José Fuentes Mares, Narrativa Colima, Fundación México Unido a la Excelencia de lo Nuestro, Premio Nacional de Ciencias y Artes, Doctor Honoris Causa otorgado por la Universidad Autónoma Metropolitana y por la Universidad Autónoma de Chihuahua. La Universidad Autónoma de Ciudad Juárez lo nombró Profesor Emérito.

Sus investigaciones sobre las guerrillas de Lucio Cabañas en Guerrero y la del maestro Arturo Gámiz en Chihuahua, son narradas en las novelas: “Guerra en el paraíso”, “Las armas del alba”, “Las mujeres del alba”, “La fuga”, aunado a ensayos: “La guerrilla recurrente”, “La violencia del Estado en México. Antes y después del 68”, “Chiapas la rebelión indígena de México”, “Rehacer la historia”, “Los documentos secretos”. Panorama completo y sustantivo sobre luchas populares. Abarcan: 1968, 10 de junio 1971, Aguas Blancas, Acteal, Atenco, Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca APPO. Estudia el Partido Obrero Campesino Unión del Pueblo- Partido de los Pobres PROCUP-PDLP, el EPR Ejército Popular Revolucionario y el EZLN Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.

Afirma que los levantamientos populares son respuesta a la violencia ejercida por el estado: miseria, injusticias, impunidad, falta de oportunidades de educación, vivienda, salud, trabajo, despojo de tierras. Unido al agotamiento de quienes exigen justicia dentro de los marcos legales sin tener respuesta, por el contrario recibir violencia por atreverse a exigir derechos mínimos. Mientras el estado responda a esta situación desesperada con represión, cárceles, tortura, persecución y muerte, no podrá evitar que los pueblos cansados de trampas legales y jurídicas, sistemáticamente infringidas a los pueblos, estos se organicen y levanten banderas justas. El estado los criminaliza catalogándolos de delincuentes, roba vacas, alteradores del orden, en consecuencia, actúa brutalmente.

La novela Guerra en el paraíso (1991) recrea el movimiento del Partido de los Pobres del maestro Lucio Cabañas. Guerrero es cercado militarmente, se decreta el extermino del núcleo guerrillero y de los campesinos que lo apoyan. Guerra, como si se tratara de defender la patria, la nación. Miles asesinados, torturados, desaparecidos, algunos aventados al mar en los aviones de la muerte, respuesta de un estado criminal. La novela rompió el silencio impuesto sobre luchas armadas populares. Recurrentes, pues los problemas sociales y políticos que las originan no se resuelven.https://www.facebook.com/share/p/1BjcsgB8XH/?mibextid=wwXIfr

Qué pasaría si los políticos, en vez de mandar ejército, policías federales, municipales, paramilitares, para exterminar, escucharan y satisficieran las justas demandas, procurar un buen vivir para los pueblos, respetar sus territorios, autonomía, construir caminos, escuelas, centros de salud, trabajos dignos, y no invertir en armas, soldados, helicópteros, movilización de ejércitos. Pero no, la respuesta en brutal, tal como relata Montemayor en estas novelas y ensayos. Las matanzas, en 68, jueves de corpus, Aguas blancas, el Charco, Acteal, Atenco y APPO, podría haber tenido solución social y política, pero no, el estado es incapaz de solucionar por vías no violentas los ancestrales problemas que atraviesan el país, prefieren declarar la guerra.

Qué pasaría si el ejército, la guardia nacional, los marinos en vez de aliarse con la delincuencia, la criminalidad, el narco, se dedicaran a pacificar el país, mediante un trabajo de seguridad nacional, que actualmente, no está al servicio de pacificar la nación, sino cubriendo las espaldas de políticos y empresarios que la usan para sus intereses personales. Montemayor denuncia la descomposición de la secretaria de seguridad, que ha caído en corrupción, ya incuestionable.

Al discurso del poder, Montemayor lo califica de ficticio, hoy quedan claras las mentiras y omisiones que salpican las Mañaneras, borran desaparecidos, desplazamientos forzosos, violencia en la frontera sur contra migrantes, despojo de agua, territorio y vidas, ecocidio y etnocidio de megaproyectos de muerte, ejecutados por: ejército, marina, nacos, delincuencia, criminales, paramilitares, amparados en impunidad y corrupción.

En cambio, la literatura, como, en su caso, recrea hechos históricos, a partir de investigación, testimonios, periódicos, documentos, que nos dan una realidad compleja, rica en matices, contradicciones, personajes, diálogos, atmosferas que recrean la historia viva de acontecimientos históricos. Montemayor estudió cinco años la guerrilla de Lucio Cabañas, recorrió su geografía, entrevistó testigos, realizó trabajo antropológico, consultó documentos, periódicos, basta información para recrear el movimiento del Partido de los Pobres y la Brigada de Ajusticiamiento.

Carlos Montemayor es indispensable para comprender el siglo XX y los avatares del XXI, tristemente murió en 2010. Se añora su voz, compromiso literario, amor a las lenguas indígenas, periodismo crítico, participación en defensa de presos políticos, entusiasmo por y con EZLN. Hoy daría vida y voz a los 43, las buscadoras, migrantes, denunciaría la guerra contra de los zapatistas, no faltarían razones para su trabajo serio, riguroso, que denuncia la violencia del estado mexicano, a la par que su entusiasmo y estudios profundos de las leguas originarias, que ocuparon su pluma, y sus saberes.

La Cátedra Carlos Montemayor ofrece un seminario en el Colegio de Morelos: “El legado de Carlos Montemayor”. Cuenta con modalidad virtual y presencial en el auditorio del Colmor. Tendrá duración de 20 horas divididas en 10 sesiones quincenales de dos horas. Mayores informes en: educacion.continua@elcolegiodemorelos.edu.mx

La Cátedra ha elaborado la agenda 2026, Carlos Montemayor, editada por la Cartonera Cuernavaca, con información de su obra, fotografías de sus libros, reflexiones, mes con mes, de su obra literaria. Se puede adquirir en página de Catedra Pluricultural Carlos Montemayor. Se presentará el 15 de noviembre en el Paraíso Café, a las cinco de la tarde. Homenaje a quien nos regaló una vida plena en la que nada faltó, incluyendo su amor por la música, grabó varios discos con su voz de barítono.

En el Paraíso Café se levantó una ofrenda, contado con objetos personales que aportó su viuda Susana de la Garza. Anteojos, reloj, pasaporte, pipa, documentos varios y una libreta con sus apuntes. La Catedra realizó un encuentro con personas interesadas en el autor. Hubo lectura de poemas, textos, y reminiscencias a cargo de la doctora Laura Bensasson presidenta de la cátedra. Larga vida para Carlos Montemayor.

Agradecimiento al Paraíso Café por su solidaridad y entusiasmo, gracias.

Más imágenes de la ofrenda en la página Facebook de la Cátedra Carlos Montemayor.

Homenaje a Lucio Cabañas y a los treinta años de la novela Guerra en el Paraíso de Carlos Montemayor

A treinta años de Guerra en el Paraíso

Por Oralba Castillo Nájera, activista y escritora. Miembro de la Cátedra Carlos Montemayor

La novela Guerra en el Paraíso está enraizada con la literatura de compromiso político que atraviesa a las letras mexicanas. Tendencia donde se inscriben las obras de Manuel Payno, Vicente Riva Palacio, o Tomochic de Heriberto Frías, y dentro de las novelas de la revolución, destacamos la obra de Marín Luis Guzmán, La sombra del caudillo. Podría seguir citando muchas más que son la memoria viva de los crímenes del poder y las luchas de los pueblos.

La literatura histórica combina la libertad de creatividad del autor con datos, o hechos extraídos de la historia. Manuel Payno lo explica: “en estos estudios no hacemos sino animar a los personajes y ponerlos en un instante de bulto ante el lector, pero conservando toda la verdad histórica”.

Carlos Montemayor en Guerra en el Paraíso, da voz y vida a la lucha del Partido de los Pobres y la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, que nace de las entrañas de Guerrero y que encabeza Lucio Cabañas.

Guerra en el Paraíso rompe el silencio en que el poder del Estado había ocultado y deformado, lo que hoy conocemos como la Guerra Sucia.

Los años setentas fueron impactados con los golpes de Estado en Uruguay, Chile y Argentina. Y mientras leíamos con estupor el terror instaurado en el Cono Sur, nosotros no sabíamos que el ejército había cercado a Guerrero con la consigna de exterminar la lucha guerrillera campesina de Lucio Cabañas.  

En la novela desfilan los personajes responsables de esta guerra. En memoria de Julius Fucik, el comunista checo torturado por la Gestapo, retomo de su libro: Reportaje a pie de la horca, su petición: No olviden los nombres de las figuras y de las figurillas. No los olviden. Carlos Montemayor nos pone de frente a las figurillas con nombre y apellido. Los encargados de la represión dialogan, fuman, se pasean en sus oficinas, dan ordenes, torturan: Solano Chagoya, Enríquez Rodríguez jefes militares de la zona, el gobernador: Nogeda Otero; Wilfrido Castro Contreras, jefe de la Policía Judicial, Moya Palencia Secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios de la temida Federal de Seguridad, Ojeda Paullada Procurador General de la República, el general Cuenca Díaz Secretario de Defensa Nacional, los torturadores: Nazar Haro, Quiroz Hermosillo, Acosta Chaparro; y Luis Echeverría presidente de la República. Todos responsables de la persecución, desaparición, asesinato y tortura de miles de personas. Figurillas criminales que no olvidamos ni perdonamos.

Carlos Montemayor los denuncia al llevarnos a las mazmorras siniestras en dónde se practica la tortura, siendo está un instrumento del poder. El torturador es entrenado, educado, condicionado para realizar las peores bajezas contra personas en total vulnerabilidad, sometidas y derrotadas de ante mano. Práctica anticonstitucional. La víctima no tiene ningún derecho, no existe. El torturador cuenta con absoluta impunidad. Leo una escena cruda al respecto:

Está y otras escenas en Guerra en el Paraíso nos dan la dimensión de la guerra sucia, haciéndonos vivir, sentir, sufrir. Es está una virtud de la literatura histórica, poner frente a nuestros ojos, en este caso, la represión del poder del Estado, contra campesinos pobres.  Escuchemos a un padre campesino hablando con su hijo:

¿Quién es el profesor Lucio Cabañas?, aparece, página a página, delgado, con manos largas y huesudas, calmado, sereno; viste humildemente, usa sombrero de palma, padece migrañas que le parten la cabeza de dolor; sabe que la lucha debe pasar de lo local, a lo regional, a lo nacional y también a lo internacional. Busca alianzas con otros partidos en armas, habla en asamblea con sus hombres, mantiene relación estrecha con pobladores de los caseríos y rancherías, que proveen de alimento, información y protección a la guerrilla. El Partido de los Pobres cuenta con un ideario. Habla Lucio:

“Somos el mismo pueblo que explotan los dinereros y los políticos que tienen policías y soldados. Y nosotros somos el mismo campesino. Pero somos nosotros, somos sus piernas, para caminar recio por el monte y llegar a la verdadera felicidad del pueblo, a su libertad, pues, para que todos vivan como personas respetables, bien crecidos los niños porque coman, porque tengan mucho cuidado con médicos, con medicinas, con hospitales, con escuelas. Somos sus piernas, pues, para caminar políticamente, para llegar al socialismo que nos proponemos llegar todos los campesinos pobres.”

Guerra en el Paraíso crea una totalidad compleja en la que personajes, atmosferas, e historias se tejen al ritmo de la acción: escaramuzas, encontronazos, emboscadas, secuestros, asalto a bancos, persecución, mantienen un ritmo avasallador.

La buena pluma y amor a las lenguas originarias, permiten a Carlos Montemayor, tejer en el lenguaje realista, sobrio una visión poética de la naturaleza, que en sí misma es un personaje vivo, cito:

“Solo se oye la tierra ¿oyes toda la noche?”, “El aire parecía limpiarse más.”, “La mañana ascendía con su sonora fuerza de aves, de árboles, del arroyo que caía en la cascada cercana”, “El grito agitado de los pájaros, llamaban a los árboles”, “La mañana se había movido con aroma a cuervos”, “El viento volvía a sonar en el Otatal como si presionará sobre la tierra, sobre las rocas, como si fuera un movimiento de animal ciego atrapado en la cañada, en el monte y la maleza”

Los paisajes respiran, caminan, cantan, están poblados de árboles: Cacahuananches, primaveras, lianas, palmeras, encinos, cafetales, timuches, platanares. Acompañados de un festín de pájaros: torcazas, gorriones, chirrucos, ahuejotes, carpinteros, zopilotes, loros.

Así pasajes duros y que cuestan trabajo leer, son matizados con este mosaico literario.

Merece ser mencionado uno de los últimos capítulos, realmente soberbio. La comida en el Casino Militar de Chapultepec al que llegan generales. Con lujo de detalles vemos pasar wiskis, vinos españoles, bandejas con camarones, carnes cocinadas con frutas, postres, aperitivos. El festín reúne a militares, algunos involucrados directamente en la guerra sucia. Escuchemos al viejo general Escárcega

“—Podemos confundir al ejército con México y llegar a creer que México somos nosotros mismos, o lo que nosotros hacemos. Que no hay más fuerza posible en México que la nuestra. Y a eso voy. La función primordial del ejército es fortalecer la seguridad de un país. O la paz del país, digamos. Y esa seguridad se busca aún al precio de la guerra. Pero a veces buscando esa paz podríamos sofocar al pueblo mismo, conseguirla al precio de luchar en contra del pueblo mismo. Y en ese sentido yo decía que quizás Lucio no es como otros radicales y asaltabancos comunes. O sea, la Liga 23 de septiembre es la delincuencia de un grupo con ideas comunistas, pero la de Lucio bien podría ser la lucha de pueblos, la lucha del pueblo real y no de exaltados y radicales, ¿me explicó? Temen reconocer que es un alzamiento popular, que son pueblos enteros apoyando a Lucio. Nosotros sabemos que el ejército en el pasado ultimó a las guerrillas zapatistas con una estrategia muy parecida a la que ahora estamos siguiendo.

Por eso el presidente Echeverría no quiere aceptar públicamente que se trata de un alzamiento que apoyan los pueblos y prefiere creer que es la CIA la que anda trepada en la sierra con Lucio.

Nadie se imaginó que Zapata, era el héroe y no el coronel Guajardo. Para él y para el general Pablo González, Zapata era un bandolero, un roba vacas, un indio asesino. Quizá era eso para todos en ese momento ¿por qué no? Huerta ignoró que el fusilando a Madero no salvaba a México, sino que perdía la guerra.”

 Impecable manera de ir cerrando Guerra en el Paraíso, cuyas últimas páginas están dedicadas a acompañar en la muerte a Lucio Cabañas, acorralado.

“Qué extraña parecía ahora la lucha. Que extraño no sentir vacío ante la muerte. Ahí, en el río, en la inmensidad de la creciente de las aguas, iban pasando todavía los cuerpos de Gámiz, de Óscar González, de Genaro. También de Raúl Ramos. Se volvía hacia el mundo inmenso de agua y en el río seguían pasando todos los que fueron palabra y no sangre, y todos los que fueron sangre desde la primera lucha, desde su primera palabra.

…única caída parecía estar cayendo una y otra vez y otra, como un destino que se imponía, ahí, cerrando el camino, el día, la misma lucha que brotaba del grito que ardía en su boca, en su espalda, en su pecho: el mismo grito que era otro sol que le quemaba la boca, la saliva, la sangre que sentía  brotar como todo lo que tenía que hacer, lo que faltaba por hacer; una prisa gritando con el mismo calor, negándose a caer con el mismo ardor, negándose a caer con el mismo ojo incólume de soles que trataban de brotar desde sus manos apoyadas en la tierra, en la roca, gritando por hacerlo, gritando que falta mucho por hacer, por hacer, por hacer,  por hacer.”

Falta mucho por hacer.  Me preguntó quién escribirá la novela sobre la guerra que amenaza la vida del planeta. Quién contará de los megaproyectos de muerte que avanzan destruyendo el sureste, sus comunidades, flora y fauna, quién hablara de las comunidades oaxaqueñas, a las que les están arrebatando la vida para pasar el Corredor Transístmico, quién gritara que el Plan Integral Morelos amenaza de muerte a campesinos del Oriente zapatista. Quién reclamará justicia para el asesinato de Samir Flores Soberanes, quien dará voz a las familias de miles de desaparecidos en las entrañas de la Cuarta Transformación.  Quién dará sonido a las balas que, en Aldama, Chiapas hace meses no terminan. Y sobre los desplazados, los migrantes. Quién podrá darnos cuenta del discurso perverso del poder que cada mañana, por las mañanera, receta un sermón de mentiras que ocultan el extermino. Quién hablará de la cuarta T, como aquella que hizo empresarios a los militares, dándoles luz verde para que el territorio nacional sea una fosa.

Y abriendo una fisura a la monstruo capitalista, en 2012 después de un prolongado silencio, las bases del EZLN llegaron por miles a la plaza de San Cristóbal de Las Casas, callados, cubiertos con sus pasamontañas, a pasos firmes y ligeros, una a uno, subieron y bajaron por una pequeña tarima, y siguieron su camino hacia las montañas. Una escenografía poderosa y bella a la que nos tienen acostumbrados los zapatistas. El evento fue acompañado de un comunicado: “¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo.”

Falta lo que falta. Mientras tanto resistir, no rendirse, no traicionar, no claudicar.  

Por Oralba Nájera Castillo

1 diciembre 2021, Los Pinos. Homenaje a Lucio Cabañas y a los treinta años de la novela Guerra en el Paraíso de Carlos Montemayor